El despiece de la masa continental que constituye una astrografía o carta natal en emplazamientos o islotes independientes no promete realidades, sino solamente prejuicios inamovibles. Así como analizar un país en particular no constituye un análisis global, tampoco el análisis de un emplazamiento independiente de la carta natal constituye el análisis de la vida del individuo. He aquí la razón del fracaso (anticipado) de los experimentos estadísticos lanzados hasta la fecha (v. gr. Gauquelin, McGervey, Bastedo, etcétera), pues sería lo mismo que pretender constatar la validez de la medicina o de la psicología forense con base en una única característica del individuo (el color de sus ojos) o como predecir el clima con base en una única variable meteorológica (la humedad). ¿Cuántas personas son Aries o Capricornio, Libra o Acuario? Las preguntas que normalmente hace el público sobre su signo tienden a merecer más orientación que respuesta. Ese es el propósito que aquí se acusa el autor: explicar al público general por qué la astrología no es el horóscopo del periódico y el proceso histórico que condujo a ello, una realidad de la que, lamentablemente, la comunidad astrológica iberoamericana se ha declarado no solamente sorda, sino también muda. Debido a que el estudiante latinoamericano ha tenido acceso durante mucho tiempo a mucha desinformación y esta ha tendido a ser, lamentablemente, la fuente de su formación autodidacta como astrólogo(a), este ensayo pretender cumplir igualmente con una función adicional: intentar reivindicar un poco el aprendizaje de los autodidactas.
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