Learn the reason for which it is said that certain Zodiacal degrees never rise within the polar regions.
Lo que sigue a continuación es uno de tantos ejemplos donde los profesionales ofrecen su manera de ver un fenómeno que consideraron completamente comprendido, o cuya realidad les resultó molesta o perturbadora desde el punto de vista interpretativo. En este sentido, en ocasiones, profesionales excepcionalmente competentes en términos generales y cuyas obras aquí recomendamos, llegan a afirmar cosas que la abrumadora mayoría de lectores (estudiantes y profesionales por igual) toman por sentado, es decir, leen sin hacer el ejercicio por sí mismos. Si bien es cierto que muchos preferimos que otros piensen por nosotros, la reflexión crítica autónoma es necesaria. La astrología no es magia. Es una disciplina científica como cualquier otra (tan natural como la meteorología y tan inexacta como esta y la medicina, pero tan exacta como la matemática y la lógica formal cuando de la construcción del horóscopo se trata).
Cuando los autores o los astrólogos decimos que, en las regiones polares, algunos signos del Zodiaco o algunos grados “nunca ascienden”, no se quiere decir que existen instancias de tiempo donde no existe un ASC (no, nadie nace sin un ASC ni sin un MC). Lo que se quiere decir, más bien, es que determinados grados pueden ascender de manera retrógrada o nunca convertirse en un ASC convencional porque (a) la eclíptica asciende de manera estrictamente paralela con relación al plano del horizonte polar local, (b) la latitud es tan extrema (más allá de 80º N) que los signos de verano nunca cruzan rumbo abajo ni los de invierno rumbo arriba, o (c) el meridiano polar usurpa, desde el punto de vista astrográfico, la función del «amanecer» del horizonte oriental. No es que los signos o grados correspondientes (p. ej. Piscis, Aries, Tauro) no se eleven sobre el horizonte oriental, sino que se levantan de manera paralela con relación al plano del horizonte polar, tanto en el caso “(c)” como durante el ascenso retrógrado del ASC. Durante la instancia “(c)”, por ejemplo, los signos de Piscis, Aries y Tauro se encontrarían ascendiendo en el punto este de manera paralela mientras, en el punto norte del horizonte polar, los signos o grados de Géminis, Cáncer y Leo se encuentran “amaneciendo” (sol de medianoche), ya que cada grado de cada signo retiene el comportamiento del sol cuando ocupó ese grado o ese signo en esa latitud.
mientras en el punto norte los signos o grados correspondientes (p. ej. Géminis, Cáncer, Leo) se encuentran “amaneciendo”, pues todo grado de todo signo retiene el comportamiento del sol cuando este ocupó dicho grado o signo en esa latitud. [1]
Esto es lo que hace que las palabras de Waite (1917), Evans (1953) y/o Gardener (1971) en The New Waite’s Compendium of Natal Astrology (publicado por Samuel Weiser Inc. en Nueva York en 1971, p. 45, párr. 93) en una interpretación equivocada de un fenómeno completamente regular o, al menos, natural:
“En la medida en que algunos grados del Zodiaco nunca son Ascendente o Descendente […] esos grados […] no presentan ningún intervalo de tiempo [considerable o, según el caso, notable] de una cúspide a otra que fuera susceptible de división […] por lo cual no pueden ser asignados con una posición de casa [es decir, las casas diez y once se vuelven efímeras sobremanera] y si no constituyen exactamente el MC o el IC [porque, una vez más, el meridiano local ha usurpado la función astrológica de un horizonte oriental/occidental], tienen entonces que eliminarse del horóscopo conjuntamente con otro planeta, incluso el sol o la luna, si dicho cuerpo se halla ocupando esos grados.” [2]
Se trata, por consiguiente, de un concepto mal aprendido o de una interpretación equivocada. Cualquier planeta que ocupe un grado que no pueda nunca convertirse o constituir un ASC aparecerá siempre alojado dentro de la duodécima casa (y viceversa, en la sexta casa, con relación al grado diametralmente opuesto). Debido a que los autores antes mencionados no comprendieron esto (en su época podría haber resultado algo difícil sin simulaciones tecnológicas que permitieran apreciarlo visualmente), se llegó a decir que una nativa nacida a 70º N (Groenlandia) “no tiene a Júpiter en su horóscopo bajo este sistema [de casas]” (ibidem).
Existe algo todavía más grave. Decir que una persona no tiene un determinado planeta en su astrografía bajo un sistema determinado, mas no bajo otro, sin ocuparse de la integridad teórica, lógica o astronómica de la disciplina es preocupante sobremanera. El mismo paciente no puede, simultáneamente, tener y no tener un hueso según dos radiografías diferentes. Un escenario de tal característica menoscabaría sobremanera la credibilidad de la disciplina médica, como, en este caso, menoscaba la de la nuestra.
Como una vez sostuvo Michael Edwards, “It is time to put our house in order, and our houses” (“Es hora de que pongamos nuestra casa en orden, y asimismo nuestras casas”).
______________________________
[1] En latitudes todavía más extremas, es decir, más allá de los 75 N, los signos de verano y los signos de invierno permanecen perpetuamente sobre y debajo del horizonte, respectivamente. Es decir, los signos de verano nunca descienden, mientras los de invierno nunca ascienden.
[2] Otras aserciones hechas en esta obra como, por ejemplo, que el método de división de casas placidiano prescinde de círculos máximos o que es el único no geométrico (porque nunca abandona la eclíptica, es decir, no apela a constructos ajenos a ella, como el primer vertical de Campano o el ecuador celeste de Regiomontano) es totalmente correcto. En la página anterior a la que aquí aparece fotografiada, sin embargo, toma lugar un error particularmente garrafal con relación a la descripción del mecanismo de acción del método de división de casas placidiano, lo que trataremos en una futura publicación.