El método Placidus de medición de las casas aparece explicado aquí a través de la creación literaria: un elaborado diálogo entre dos intelectuales.
El supuesto diálogo entre Galileo y Plácido (Perugia, 1640)
octubre 1, 2024
Autor: David Bustamante S.
El método Placidus de medición de las casas aparece explicado aquí a través de la creación literaria: un elaborado diálogo entre dos intelectuales.
El astrónomo y astrólogo florentino Galileo y el físico y astrólogo también italiano Plácido se encontraron en la ciudad medieval de Perugia (Italia) durante la primavera de 1640 y Galileo le dijo:
«Te explicaré por qué todos los marcos de referencia inerciales fueron creados iguales ante los ojos de Dios o la física de la siguiente manera, Plácido. Pensad que cada segmento de nuestra eclíptica (i.e. los doce meses de nuestro año tropical) tiene sus propias agujas, como las tienen los relojes. Como los relojes, ellos también hacen tic-tac, solo que estos tic-tac no son los sesenta segundos o minutos a los que estás acostumbrado, sino sus treinta grados tallados por las huellas del sol a lo largo del día de todos los días del año, como ya sabes, pues no es otra cosa que la base misma de la astrología tropical o ptolemaica.»
«Sí», dijo Plácido, y continuó Galileo: «Así como el tiempo puede demorar más en transcurrir, es decir, así como las coordenadas del tiempo o la longitud entre los segundos y los minutos pueden estirarse o hallarse más separados entre sí debido a la gravedad o a altas velocidades, así también la longitud entre los grados de dichos segmentos debido, en este caso, a la inclinación de los marcos de referencia (oblicuidad), ya que tanto la velocidad (dirección) como la gravitación (espacio curvado) permanecerán constantes o iguales para todos los signos o segmentos en cualquier latitud. Es decir, cualquier latitud puede ser considerada un marco de referencia inercial o en reposo. Aunque sea el Zodíaco/el sol lo que permanezca inmóvil o fijo (gracias al sol), y la Tierra la que gira, esta lo hace a una velocidad constante en cualquier latitud determinada».
«No es inercial o no está en reposo solo con relación a otra latitud. Es decir, con relación a un marco de referencia diferente».
«Así es», replicó Galileo, «que es lo mismo que decir que no es inercial o que no está en reposo tampoco con relación a otra época del año en una misma latitud. Una vez más, la oblicuidad, no la velocidad ni la gravedad, es la responsable de ello».
Plácido, por su parte, comenzó a completar el razonamiento. «De ahí que solamente las casas cuadrantes o fundamentales reflejen esta forma de relatividad, pues consideran y miden el horizonte del observador además de las posiciones planetarias en el espacio (i.e. a lo largo de la eclíptica).»
«Especialmente si el tiempo constituye la base de su medición, es decir, la rotación de la Tierra», aclaró Galileo, «en cuyo caso guardaría una estrecha relación con vuestro principio de la velocidad o movimiento relativo», se molestó en aclarar Plácido al interrumpirlo, y precisó: «a diferencia de los que se han concentrado en el espacio a expensas del tiempo, pues no pueden las mediciones espaciales rendir los frutos que pueden rendir las del tiempo».
«Precisamente», dijo el astrólogo florentino. «Aun así, ninguno distingue los tiempos de ascensión de cada grado contenido entre el ASC y el MC. Por razones de conveniencia, aparentemente».
«El más exacto hasta la fecha es aquel formulado y presentado por el sensato matemático y astrólogo musulmán del siglo diez Alcabitius», ofreció Plácido, «ya que este sí se ocupó de medir la cantidad de tiempo que el sol habría invertido en viajar desde el ASC hasta el MC en una latitud determinada si hubiere ocupado el grado ascendiente del mapa.»
«Por esa razón, el practicante debe estar preparado para medir dicha cantidad de tiempo a propósito de cualquier grado de la eclíptica, es decir, la cantidad de tiempo que dicho grado hubiere acumulado en recorrer la mitad del arco diurno», sostuvo Galileo, “para luego dividir dicha cantidad de tiempo en tres partes iguales y distinguir las cúspides intermedias. No obstante, aun pudiendo hacer lo mismo para todos los grados contenidos entre el ASC y el MC, el método ignoró tales tiempos y atribuyó velocidades o tiempos ascensionales idénticos a todos los grados contenidos dentro de dicho cuadrante: el tiempo o la velocidad del grado ascendiente. Una vez más, por razones de conveniencia, según parece».
«He estado estudiando las direcciones primarias de Ptolomeo y parece haber resuelto ese problema», replicó Plácido, «si bien no a propósito de la construcción de un horóscopo sino a los fines de poder determinar el momento exacto de maduración de un asunto (específicamente, la duración de la vida del nativo). Ptolomeo fue capaz de determinar con exactitud el momento en que maduraría un acontecimiento cualquiera (representado o significado por cualquier punto en la figura). Este se apoyó, simplemente, en el movimiento natural del cielo, es decir, en la rotación de la Tierra y la relación de los objetos celestes con nuestro horizonte. ¿Qué tal si me ocupara de desarrollar el mismo cálculo con el fin de erigir un mapa natal?»
«Habrías encontrado la manera de que un mapa refleje rigurosamente las huellas del sol, es decir, el paso del tiempo de todos los grados, pues constituiría una medición simultánea e ininterrumpida de, repito, las huellas del sol», le dijo Galileo a Plácido. «En suma, repito también esto, los tiempos de ascensión de todos los grados contenidos entre el ASC y el MC».
«Que es lo mismo que decir: del tiempo que habría demorado el sol en recorrer dicha distancia si hubiera ocupado cualquiera o todos los grados», añadió Plácido, «interesándonos, específicamente, en los dos grados que ocuparían los dos puntos del horizonte donde concluyen o terminan la primera y segunda sextas partes del arco diurno.»
«Vuestras casas podrían entonces ser descritas como quien cuyo trabajo fundamental consiste en registrar el tiempo o las agujas de 360 relojes simultáneamente en la medida en que estos se desplazan a través de un espacio curvado que consideramos o reconocemos como el arco diurno, es decir, desde el momento en que sus agujas se asoman sobre el horizonte hasta que se ocultan debajo del mismo en el punto diametralmente opuesto.»
«Sí, aunque no serían ‘mías’, sino del sol, o de Ptolomeo».
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Las casas Placidus llevan el nombre de un brillante monje que se ocupó de obedecer su intuición inspirado en las direcciones primarias de otro genio, Claudio Ptolomeo, pero estas casas no son ptolemaicas ni son tampoco placidianas: son las casas del sol, nuestro verdadero — y único— salvaguarda del tiempo. Si, a la misma vez, consideráramos la lógica o la base física que yace detrás de ello, podríamos considerarlas casas espaciotemporales, casas relativas e, incluso, casas einsteinianas.
Este diálogo ficticio es otra manera de ofrecer la información consignada en el paper Dilatación del tiempo según la astrología tropical y por qué la medición Placidus de las regiones astrográficas es compatible con la teoría de la relatividad (https://zenodo.org/records/13842059) publicado el 26 de septiembre de 2024 en Montgomery, Texas.
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