Learn the natural progression of the birthchart on the basis of a seven-year rhythm per house. It is how a Bulgarian-Uruguayan astrologer managed to make dozens of warnings and predictions.
Morin, o mecánica cuántica en pleno siglo XVII
junio 23, 2023
Autor: David Bustamante S.
¿Es posible que un astrólogo del siglo XVII fuera consciente de lo que ahora conocemos como indeterminación cuántica y que este fenómeno rija la interpretación astrológica?
¿Es posible que un astrólogo del siglo XVII fuera consciente de lo que ahora conocemos como indeterminación cuántica, es decir, la necesaria distribución de probabilidades con relación a la descripción de un sistema físico, lo que, en materia astrológica, se trataría de una distribución de probabilidades con relación a la descripción del efecto de un emplazamiento específico (v. gr. Júpiter en Libra en Casa 3)? Ciertamente, estremecería a no pocos astrólogos debido a sus implicaciones.
Sabemos que la materia se haya constituida de elementos, los elementos de moléculas y las moléculas de átomos. Más allá de los átomos se encuentran las partículas (v. gr. electrones, protones, fotones) y, todavía más allá de estas, presuntos estados vibracionales todavía menos perceptibles que la física ha decidido denominar “cuerdas” o “filamentos”. Los análisis aquí resultan mucho más complejos, pues la materia se vuelve cada vez más abstracta y su comportamiento cada vez menos predecible. Mientras la física clásica sostiene que el estado de un sistema cualquiera lo determina la suma de todos los valores de sus propiedades medibles, y viceversa, la mecánica cuántica, por su parte, que el estado de un sistema o de algunos sistemas no será uno u otro en tanto el mismo no sea observado y medido, queriendo decir que su estado depende del momento de la observación.
Esta vertiente de la física señala que no se puede predecir con certeza si un átomo radiactivo, por ejemplo, se desintegrará dentro de un período de tiempo específico (aun disponiendo de un conocimiento completo sobre las leyes de la física y las condiciones iniciales del átomo en cuestión), sino solamente calcular la probabilidad de uno u otro periodo. La indeterminación se convierte entonces en una aparente incompletitud necesaria en la descripción de un sistema, caracterizada por la distribución de probabilidad en el conjunto de resultados que se desprende de las mediciones del observable.
Funciones de onda del electrón en un átomo de hidrógeno según los diferentes niveles de energía. La mecánica cuántica sostiene que no puede predecir la ubicación exacta de una partícula en el espacio sino solamente la probabilidad de encontrarla en diferentes partes. Las áreas más brillantes representan una mayor probabilidad de encontrar el electrón. Fuente: Forinash, Kyle. Hydrogen W Simulation. Indiana University Southeast. Retrieved on 2008-12-18. Wikipedia del idioma inglés.
Cuando hablamos de incertidumbre o de indeterminación en el plano subatómico de la materia, no se trata de que errores en las mediciones conduzcan a resultados indeterminados o aleatorios, sino de una característica inherente a dicho plano de la materia en general. Albert Einstein, aun siendo precursor de esto al haber demostrado en 1905 la naturaleza cuántica de la luz, experimentó serias dificultades con dicha noción, pues para Einstein todo se encontraba necesariamente predeterminado. No fue sino hasta 1999 que el físico y pionero de la teletransportación Anton Zeilinger (Universidad de Viena) y su equipo pudieron comprobar lo contrario en el experimento de las Islas Canarias. [1] ¿Es posible que el distinguido astrólogo Morin de Villefranche fuera, de alguna manera, conciente de esto en el siglo XVII?
MORIN DE VILLEFRANCHE (LIBRO XIX, ASTROLOGIA GALLICA)
Este principio según el cual la indeterminación es fundamental, intrínseca o inherente al observable es algo que Morin de Villefranche parecería haber sospechado o tenido claro cuando en el Libro XIX de su Astrologia Gallica (1661) expuso las Definiciones, los Postulados, los Axiomas y los Teoremas de la disciplina, pues señaló:
- Français: “Une planète ne signifie un chose qu’en tant qu’elle l’effectue.”
- Español: “Un planeta no significa una cosa en tanto no la produzca.”
- English: “A planet does not signify one thing except insofar as it brings it about.”
Si tal aserción no constituye una noción cuántica (fuera o no conciente de ello), no sé entonces qué podría, pues evoca, específicamente, su espíritu, aquel según el cual no es posible conocer con exactitud las propiedades de un observable en tanto no sean observadas y medidas, noción que, insistimos, volvía loco a Einstein, pues ponía en entredicho más de un principio de la física clásica (v. gr. localidad, determinismo, etcétera).
La aserción resulta o podría resultar tan problemática para nuestra práctica que recientemente fui contactado por un colega al respecto, quien preguntó si la comprendía. Si no hubiera incurrido en estudios como el electromagnetismo o la física molecular durante los últimos dos años, le habría contestado que yo tampoco. Ahora bien, con o sin dicho conocimiento, sí habría tenido una idea de lo que quiso decir el genio de Morin, pues es cierto, bien vale la pena saberlo temprano en nuestra profesión, que un emplazamiento cualquiera (v. gr. el sol o Mercurio o Marte en Aries) es necesariamente común a decenas de miles de personas, incluso en una misma casa astrológica, razón por la cual será solamente la intuición y la capacidad sintética del intérprete ―para componer todas las piezas del rompecabezas que constituye la carta natal o astrografía― lo que hará posible establecer un diagnóstico o pronóstico razonablemente acertado [2]. Ahora bien, la aserción moriana toca un punto sensible del mundo fenomenológico.
No se trata de una estrategia o manipulación por parte del astrólogo para excusarse si lo augurado no resultó o no se produjo como lo describió, sino, precisamente, de una propiedad natural o inherente a la realidad, la que no se agota en el plano molecular de la materia, sino que va más allá de él… llámese subatómico, cuántico, metafísico o espiritual. Durante la interpretación, una vez hemos cumplido con un procedimiento no lineal (síntesis), y sin importar el efecto que hayamos podido inferir, es necesario saber también que dicho efecto no será tal en tanto no se produzca, pues bajo el marco conceptual de la indeterminación cuántica antes descrita se encuentra lo que los genetistas han venido indicando durante los últimos años con relación a la expresión del ADN: un mismo ADN puede presentar diferentes expresiones según los estímulos medioambientales a los que sea expuesto el individuo, desde la dieta y el clima hasta la educación y los modelos del comportamiento en general, dependiendo del orden social (cultura o país) en el que se desarrolla.
Es lo que hoy se conoce como epigenética (del griego epi-, es decir, “más allá” de la genética): cómo variables exógenas pueden modificar la manera en que el organismo interpreta las instrucciones de nuestro ADN sin necesidad de implicar una mutación, lo que, en materia astrológica, no es otra cosa que cómo estos estímulos modifican la manera en que el individuo se comporta con relación a su propia carta o astrografía (sin que ello implique una modificación astrográfica). En este sentido… el astrólogo podrá solamente dar cuenta de la manera más probable en que el individuo será, dirá, hará u obrará, lo que no es otra cosa que hablar de tendencias o probabilidades solamente, nunca de destino ni decretos irrevocables (porque la naturaleza de la realidad, según es descrita por la física no clásica, impediría hablar en estos términos).
Distribución de probabilidades. Fuente: Fields, D. (2020). Lecture 40. 3-D Potentials and Hydrogen Atoms. Physics 2310-01.
También el astrólogo español Demetrio Santos (considerado el astrólogo científico más grande del siglo XX) parecería haber hecho alusión o a lo mismo o a una noción semejante cuando advierte, en un esbozo sobre la evolución del hombre a la luz de lo que él acuñó como C-60: “Lo significado por un planeta o aspecto, cuando el C-60 transita sobre él, no se llega a interpretar correctamente sino [solamente] cuando se ha superado la edad correspondiente, es decir, cuando el sujeto ha experimentado todos los aspectos posibles.” [3] ¿Por qué no podría inferirse el efecto con exactitud sino solamente cuando ya se haya producido? ¿También aquí se hace alusión a la naturaleza cuántica del asunto, es decir, a que no podemos hablar de la exactitud de los hechos sino solamente de la exactitud de periodos, tendencias o probabilidades?
Aquí una posible ilustración del número de momentos en que puede producirse un evento inferido o intuido por el intérprete, resaltándose el momento más probable según la región de la carta que ocupa el planeta (o según cualquiera fuera la técnica de pronóstico empleada por el intérprete). Fuente: Freepik.com
LIBRE ALBEDRÍO
Lo anterior obliga a inferir entonces la existencia o la validez del libre albedrío independientemente de la amplitud o estrechez de su margen de acción, pero cada vez más amplio cuanto más conciente hagamos al individuo de sus tendencias, lo mismo que acudir o no al médico o al psicólogo para mejorar nuestra salud o conducta, según el caso, aun cuando sepamos que la naturaleza (ADN o astrografía) desempeña un papel preponderante en nuestras vidas. Es, por cierto, lo que en La vida es sueño explica el escritor y poeta español Calderón de la Barca a través del rey Basilio: “[…] porque el hado más esquivo, la inclinación más violenta, el planeta más impío, sólo el albedrío inclinan, no fuerzan el albedrío.” (pág. 108-109). Más adelante confiesa el rey que designará su hijo Segismundo contra todos los vaticinios de los sabios porque hubo “desmentido en todo al hado que de él tantas cosas dijo”.
Aunque el debate sobre el libre albedrío y el determinismo ―que durante siglos le ha devanado los sesos tanto a filósofos como científicos, especialmente a los genetistas― clama un ensayo mucho más profundo o extenso, podemos decir, por ahora, que mientras la física clásica es amiga del determinismo (porque trabaja sola o mayoritariamente sobre el modelo o continuo que conocemos como espacio-tiempo), la física cuántica del libre albedrío (porque trabaja con los planos más abstractos o subatómicos de la materia). La astrología, por su parte, debería ser amiga de ambas nociones, estableciendo, quizá, las proporciones o los márgenes de acción correspondientes de una cosa y de la otra, como recientemente ha especulado la ciencia genética una vez se percatara de que el ADN no eran tan simple como en 1865 lo había descrito Mendel, dando lugar a la consideración del medio ambiente y su influencia. De ahí la locución que podría ser acuñada: “Genotipos [ADN] conocemos [o podemos determinar]; fenotipos [expresión] no sabemos [o no podemos determinar aun]”, porque dependerá de los estímulos a los que el individuo será expuesto.[4] En suma, como dijera Morin de Villefranche… un emplazamiento no dará lugar a una cosa en tanto no la produzca.
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[1] Aunque el fenómeno del entrelazamiento cuántico todavía no puede ser explicado en su totalidad, se constató su posibilidad. Es decir, se comprobó que lo que Einstein había denominado como “acción misteriosa a distancia” («spooky action at a distance») era posible. Para Einstein, aun si fuera cierto que dos partículas aparentemente no relacionadas entre sí (debido a millones de años-luz de distancia entre ambas) pueden presentar propiedades iguales o correlacionadas una vez observadas y medidas, es porque ya las presentaban y lo desconocíamos, lo que después dio lugar al desarrollo de la teoría de las variables ocultas (Hidden-variable theory). En cualquier caso, lo que él no concebía posible fue comprobado y en dicho fenómeno bien podría descansar la clave o el mecanismo de acción de la astrología: la razón de la correspondencia entre los planetas y las cosas que rigen o gobiernan, independientemente de su distancia con relación a la Tierra. El entrelazamiento cuántico sugiere que dicha variable es irrelevante y, de ser así, podríamos estar disponiendo de una explicación física con relación a la máxima hermética que reza: “Como es arriba, también abajo; como es por dentro, también por fuera”. Los físicos teóricos están seguros de que, cuando de entrelazamiento se trata, es necesario considerar ambas partículas u observables como una sola entidad, no como dos entidades independientes. Es precisamente esta noción de unidad la que se nos dificulta dilucidar debido a la distancia existente entre ambas; en suma, lo que desafía no solamente el sentido común sino también el realismo que caracteriza nuestra comprensión de la realidad o del mundo fenomenológico en general.
[2] Recientemente envié un artículo a la revista The Mountain Astrologer (Estados Unidos) titulado «The Astrological Delineation Procedure: Can Niels Bohr Complementarity Principle be Overcome in Astrological Delineation?» («El procedimiento de lectura astrológico. ¿Podemos superar el «principio de complementariedad» de Bohr durante la interpretación astrológica?») donde defiendo la necesidad de valorar múltiples variables simultáneamente, a diferencia de lo que el principio en mención plantea como posible (i.e. que pueden medirse por separado solamente, a expensas siempre de las demás). Después de todo, el órgano que conocemos como “cerebro” es un órgano necesariamente cuántico, o eso que llamamos “pensamiento” no sería siquiera posible y muchísimo menos reflexiones de envergadura sobre el pasado y el futuro. Aunque es cierto que es necesario absolver un procedimiento a todas luces racional, como también lo sentó Morin de Villefranche (i.e. valorar primero el signo de la cúspide, después su regente, después los huéspedes, si alguno, etc.), también lo es el hecho de que después de un procedimiento lineal es necesario uno no lineal sino simultáneo, lo que Weiss bautizó (1926) como “síntesis” y Zoltan Mason tradujo (1979) como “astrosynthesis”. Esta consiste en la capacidad del intérprete para reunir la mayoría de las variables astrológicas de un mapa natal o hacer una síntesis del mismo, gimnasia cognitiva de la que depende el éxito de toda lectura (requiere no solo pleno dominio del procedimiento sino también práctica incesante, desde las microsíntesis ―casa por casa― hasta las macrosíntesis: todo el mapa).
[3] https://temasdeastrologia.blogspot.com/2015/04/el-ciclo-de-60-anos.html
[4] En circunstancias normales, es decir, fuera del ámbito de la epigenética, sería a todas luces viceversa: “Fenotipos vemos [v. gr. color de ojos y de pelo], genotipos no sabemos [pero podemos saber tras un análisis genético].”