Learn the natural progression of the birthchart on the basis of a seven-year rhythm per house. It is how a Bulgarian-Uruguayan astrologer managed to make dozens of warnings and predictions.
La progresión natural del mapa natal según Cristoff
noviembre 12, 2024
Autor: David Bustamante S.
Conoce la progresión natural de la carta natal con base en un ritmo de siete años de vida por casa. Fue así como un astrólogo búlgaro-urguayo pudo hacer varios avisos y predicciones.
Comentario del editor
El lector astrológico, especialmente el angloparlante, no suele encontrarse con un lenguaje emocionante cuando de textos de astrología se trata, ni con afirmaciones extraordinarias, al menos no si el o los autores son antiguos o veteranos. Suele encontrarse, en cambio, con un lenguaje relativamente modesto, pero Cristoff, un astrólogo con un vasto conocimiento sobre la literatura universal, lo caracterizó un entusiasmo casi comparable al optimismo del signo de Leo y una esperanza semejante a la que alberga Júpiter dentro de sí, y sus afirmaciones pueden, en algunas partes de su obra, ser consideradas un poco exageradas, aunque verdaderas. Lo importante aquí, sin embargo, es el empirismo que caracteriza la relevancia del número siete, un número íntimamente relacionado con el hombre por una razón mucho más sencilla de todas las expuestas por Cristoff, o que resume todas ellas: Urano (ciclo de 84 años o de 7 años por cada segmento de nuestra eclíptica) representa la raza humana, no Mercurio, pues este pequeño, si bien constituye el mismo símbolo, no tiene el alcance que tiene Urano. Recordemos que el ser humano no es solamente homo sapiens, sino sapiens-sapiens, es decir, el hombre ultramoderno, y que hasta el sol de hoy se desconoce la otra mitad de su procedencia. (Es también la única especie de la Tierra tanto homicida como suicida.) En «Justificación astrofísica de los símbolos astrológicos» (enero de 2024) nos molestamos en cubrir o tratar el fundamento tanto físico como biológico y cognitivo del número siete a propósito del ritmo de siete años de vida por cada casa astrológica, como lo defendió Cristoff desde 1963 (cuando descubrió la técnica) hasta el día de su muerte (a diferencia de cinco o seis años de vida, defensa de otros que, si bien no encontramos descabellada, sí inexacta o aplicable a un plano distinto al de las casas). Recomendamos, pues, consultar dicha parte de ese ensayo, disponible en los repositorios de investigación PhilPapers y Zenodo.
Debido a que esto constituye apenas un fragmento de la introducción ofrecida por Cristoff, este no describe aquí el cálculo del método sino su justificación (i.e. del número siete en vez de cinco o de seis). El cálculo, no obstante, es muy sencillo, y parte de la premisa según la cual cada casa astrológica (en cualquier mapa natal o astrografía) mide siete años de vida, razón por la cual habrá de determinarse el número de grados zodiacales u oblicuos totales contenidos en cada casa del mapa con el fin de dividirlos, en cada oportunidad, entre 7 para conocer cuántos grados constituyen un año de vida dentro de esa casa (casa cuadrante, valga la aclaración). Mientras en algunas casas un año de vida puede abarcar 4 o 5 grados eclípticos (que es el promedio entre los nacidos no lejos del ecuador), otra puede abarcar solamente 2 o 3 o hasta 7 u 8.
Presentamos, antes de leer a Cristoff, una ilustración de dichas etapas o periodos de vida, los que coinciden, desde el primero hasta el tercero, con las etapas del desarrollo cognoscitivo de Jean Piaget (epistemólogo genético).
RAÍCES DE LA PROLUNA: URANO Y LA LUNA
PROLUNA o PLN, que significa PROGRESIÓN LUNAR NATURAL, es una progresión simbólica que considera que el ciclo humano se compone de doce edades de 7 años cada una. Ese ciclo comienza con el nacimiento de una persona, representado por el Ascendente, y sigue por las sucesivas cúspides de casas [1] que, a su turno, representan edades septenales posteriores.
La considero LUNAR porque el ciclo septenal se halla ligado a las fases lunares y, por consiguiente, a la semana, base unitaria de nuestro calendario. Por otra parte, el planeta Urano, que representa la astrología misma, cumple un ciclo coincidente alrededor del sol, a saber, de 84 años. Es decir, demora siete años en cruzar cada signo zodiacal. Al mirar las cosas a través de una lupa analógica, el binomio Urano-luna que inspira la técnica tendría el siguiente significado o símbolo: el astrólogo y sus consultantes, respectivamente, lo que refuerza mi creencia en las buenas raíces del método. Al hacer un ejercicio eliminatorio, ninguno de los otros ciclos planetarios se acerca siquiera al promedio de vida humana: Saturno, que es el planeta inmediatamente anterior, goza de un ciclo de 30 años, mientras Neptuno, el planeta inmediatamente superior, de un ciclo de 163 años. [2] Entre Urano, que rige el ciclo humano, y la luna, que rige la semana y el mes, preferí emplear a esta última en virtud de su intervención consistente en la vida cotidiana.
La considero NATURAL porque es la más sencilla de las progresiones conocidas, pues no precisa de efemérides ni de cálculos, por no mencionar que es también más natural que una progresión astrológica sea simbólica, como la disciplina astrológica misma, que realista y exacta como pretenden los tránsitos, las progresiones primarias, secundarias y terciarias, y asimismo las direcciones. Estas últimas se parecen demasiado al materialismo cartesiano que, en el ámbito del conocimiento humano, deja mucho que desear, razón por la cual, dentro de la integridad de la astrología, lo que más se le parece, por su base simbólica, es la PLN.
Este planteamiento, de lo general a lo particular, dogmatizándose, en una primera instancia, el ciclo promedio de vida, es de gran importancia. Luego, si todo el sistema estuviera equivocado, entonces la premisa sería falsa. No obstante, con el fin de estar seguros, el lector tendrá las pruebas suficientes al terminar este tratado, donde lo que se presenta desde el principio probará después su valor y demostrará también que no solamente a través de la razón se alcanza la verdad, sino también a través de una suerte de integración del instinto con la intuición y la extuición.
TIEMPO DE LA PROLUNA Y SUS DERIVADOS
Se puede construir un horóscopo, es decir, calcularse y dibujarse, en unos siete minutos. El planteamiento gráfico a través de la PLN puede, a su turno, hacerse en unos 20 segundos, mientras su comprensión, a grandes rasgos, en unos 15. Requerimos, pues, de unos siete minutos y medio para una primera síntesis, y una interpretación poco más detallada no demoraría más de 20 minutos, que es lo que exige el consultorio actual. Ahora bien, si quisiéramos indagar en la vida año por año y suceso por suceso, se podría escribir un libro de 300 páginas, como me sucedió con el estudio de Las tres vidas de Cristo, empleándose la PLN y sus derivados.
Estos periodos o tiempos de estudio, los que resultarán exagerados, en uno y en otro extremo, para quienes emplean otros métodos, nunca tan globales y, al mismo tiempo, nunca tan detallados, son rigurosamente exactos según una estimación personal desde hace treinta años a través de más de 9,500 horóscopos. Ni siquiera los ordenadores astrológicos que se ofrecen e imprimen las cartas natales o anuales pueden presentar semejante ventaja desde el punto de vista práctico, pues reducir los siete minutos a uno o menos minutos de ventaja no justifica los varios cientos de dólares de inversión. Tampoco el antiguo formato cuadrado ni el complejo círculo que encima casas y aspectos.
Si es cierto que una ciencia se mide según su capacidad para prever, la astrología es la madre de las ciencias. Luego, si una progresión astrológica como la PLN hace posible visualizar todo un destino en 35 segundos (aunque su expresión verbal pueda extenderse hasta unos 20 minutos), ello constituye apenas una minúscula parte del verdadero valor de este método y su sistema.
Todos los razonamientos deberían considerar, primero o antes que cualquier otra cosa, la Unidad Universal, para después derivar el o los conceptos particulares. Cumpliéndose con este procedimiento, dentro del sistema de la PLN, es necesario emplear, primero, la PLN misma, y después su RESONA, la RELUNA, la REDIANA y la REHONA, en ese orden, en el análisis de ese destino en particular.
EL NÚMERO 7 COMO NÚMERO HUMANO SUPREMO
Manuel Lino (Montevideo Portal)
Considero que hay números humanos y números inhumanos. Por alguna razón superior, nuestra especie se halla vinculada a unos números más que a otros. Basta indagar en la historia, en las costumbre, en el folclor, en las religiones o en el calendario, en los ciclos naturales y en las ciencias, para convencerse de ello. El número más popular y más repetido en los dichos y sentencias populares es también el siete y, sin duda, mucho más utilizado que muchos otros, como el doce, el tres y el cuatro. Número como el ocho, el nueve o el trece son números inhumanos o no vinculados a nuestro rumbo o destino.
Ciertamente, nuestra civilización presenta este ciclo más que cualquier otro: Dios creó al mundo en siete días según la Biblia, la que también menciona a los 7 arcángeles que lo rodean, a las 7 virtudes, a los 7 dolores y gozos de la Virgen. La cuaresma dura 7 semanas y el pentecostés se festeja 7 semanas después de la pascua. Pero es en materia cotidiana donde el siete reina: los 7 días de la semana, los 7 colores del arcoíris, las 7 notas musicales, los siete astros visibles de nuestro sistema solar, los 7 pecados, los 7 mares, las 7 vidas del gato, los 7 años de la mala suerte o de la buena, ‘la picazón del séptimo año’, los 7 días de cada fase lunar, los siete samurái, hacerse ‘un siete en el vestido’ (en vez de una L o un 1), el septentrión (i.e. polo norte, el que está señalado por la Osa Mayor, que es una constelación de 7 estrellas), etcétera.
El siete y sus múltiplos también nos condicionan enormemente. Los 7 años que marcan el límite entre la infancia y la niñez están señalados por el máximo desarrollo dental. Los 14 años los caracteriza el desarrollo sexual en las niñas y el cambio de voz en los varones. Recordamos que una mayoría de naciones considera, en sus códigos, que la mayoría de edad son los 21 años, si bien puede votarse antes o se es pasible de delitos punibles previos. También una estadística de 1982 ofreció un promedio de 21 años para la mayoría de los matrimonios en Estados Unidos [3], una de las tres mayores naciones del orbe. Los 28 años parecen ser el límite del crecimiento o del desarrollo general del organismo humano. El colesterol es el máximo a los 56 años (ocho veces siete) y la declinación pulmonar se produce a los 70 (diez veces siete). Los 42 años (seis veces siete) marcan la edad crítica: menopausia y andropausa, según el sexo, etcétera.
En la antigüedad, el siete precede cualquier otro número: los 7 pecados, los 7 sabios de Grecia, los 7 dioses chinos, las 7 vacas gordas y las 7 vacas flacas de Egipto, los 7 jinetes del Apocalipsis, los 7 espíritus ante el trono, los 7 brazos del candelabro judío, las 7 maravillas del mundo antiguo, las 7 plagas de Egipto, ‘Los siete contra Tebas’, obra de Esquilo, las Siete Partidas de Alfonso el Sabio, el siete como número vital para Pitágoras, y según Hipócrates, padre de la medicina, en siete años cambia la sustancia corporal y espiritual, y afirmó que la edad más crítica del individuo eran los 49 y los 63 (siete y nueve veces siete, respectivamente), edades que, en la PLN, corresponden, respectivamente, a la casa octava (muerte) y a la décima o la del medio cielo (pasaje de la madurez a la ancianidad).
La geografía abunda en términos septenales como: los 7 vientos, los 7 mares, las 7 partes de la Tierra (las dos Américas, Europa, Asia, África, Australia y Antártida), los 7 rías, las 7 edades, los 7 desiertos, etcétera. La astronomía también: los siete cielos, las 7 cabezas de la Hidra, las 7 estrellas de la Osa, las 7 noches en que se vio el cometa despues del asesinato de César, etcétera.
La historia nos habla de la Guerra de los Siete Años, de los Siete Jefes de Tebas, de las 7 ciudades que se disputaban ser cuna de Homero. Hasta los cuentos para niños adoptan el ciclo con “Blancanieves y los siete enanitos”, “Las Botas de siete leguas”, etcétera. La astrología abunda en este ciclo: los 7 aspectos astrológicos, los 7 astros visibles, los 7 días de las fases lunares y la semana, los 7 años del tránsito de Urano, etcétera. Las religiones de diversos continentes y épocas, sobre las que no tenemos noticia de intercambios, así lo documentaron. Jesús dijo a Pedro: «No siete, sino setenta y siete» (Mateo 18:22). En Ahu Akivi (Isla de Pascua), son siete los moáis; en China, son siete los dioses; los judíos, por su parte, consideran que el siete es el número cabalístico supremo, y sus candelabros tienen 7 brazos; San Juan, a su turno, lo utilizó extensamente en su Revelación, la parte más enigmática y profética del Nuevo Testamento; se repite la expresión “las siete estrellas de los siete ángeles”, “los siete espíritus delante del trono”. En el Ecuador, en la Cueva de los Tayos, una ignota civilización decoró la mejor estancia con una mesa y siete sillas, la que se encuentra después de la septima galería subterránea.
El mundo moderno sigue encontrando nuevas relaciones septenales. Los científicos rusos declaran que el cosmos tiene siete estados (moderna obra de Vasiliev) y el moderno ingeniero aerodinámico Angelo Miele, que vive en Estados Unidos, declaró que atribuye al número siete un significado casi místico, periodo al cabo del cual completó varios estudios: sobre mecánica del vuelo, sobre formas aerodinámicas de los aviones y sobre los más complejos problemas usando elaboradores electrónicos para crear algoritmos. Personalmente, este ciclo me toca de lleno en mi biografía, y casi no hay sector en que no se inmiscuya este importante número humano.
En virtud del ritmo bajo el cual voy descubriendo a diario sobre el ciclo septenal, esta lista me parece todavía pequeña. Sin embargo, alcanza para ofrecer una idea. Otros números humanos parecerían ser 1, 2, 3, 4 y 12, pues forman parte de muchos ritmos naturales, ciclos de tiempo y esquemas geométricos. Tanto en el reino mineral (los 7 periodos de la Tabla Periódica de los elementos de Mendeléyev) como en el reino vegetal y en el reino animal (ciclos naturales de desarrollo, evolución física y psíquica, entre otras), el siete es un ciclo incomparable en nuestra percepción del Universo y por ello es el número supremo a propósito de una progresión astrológica.
Conjuntamente con el número doce (12), el número siete (7) forma un esquema incomparable en la vida. Ambos números están formados por al suma y el producto de otros dos particularmente importantes: el tres (3) y el cuatro (4), es decir, 3 + 4 = 7, y 3 x 4 = 12. Pero ambos no son diferentes entre sí. Son más bien diferentes estados de un mismo punto de partida, y si bien el doce constituye un ciclo importante, no parece competir con el siete, sino servir de complemento.
LAS DOCE (12) VENTAJAS DE LA PLN
Son doce las ventajas o cualidades originales de la PLN que no se encuentran en el resto de métodos de pronóstico conocidos, y las detallaremos más adelante, y que se expresan en las doce edades de siete años de nuestra Teoría General de las Edades del Hombre.
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[1] Debe aclararse que los siete años de vida que cada casa astrológica mide lo es con base en una medición Placidus de la carta o astrografía, especialmente Placidus (método de tiempos ascensionales o casas de tiempo propio).
[2] La expectativa de vida no debería, pensamos, ser considerada la variable decisiva. Si bien es cierto que coincide con la proluna, especialmente cuando los cuidados de salud y de la dieta son adecuados (v. gr. Escandinavia, Japón, Canadá, algunos países de Europa, etcétera), la expectativa de vida siempre ha variado a lo largo de los siglos y, si la ingeniería genética continúa su rumbo, pudiera ser posible que la expectativa de vida pase de los 82 u 85 (según las estadísticas más recientes) a 92 o 98. La proluna, sin embargo, seguiría siendo fiel al desarrollo humano por diferentes razones, y los patrones que advertimos en cada una de las edades septenales seguirían verificándose sucesivamente casi independientemente de ingredientes culturales (es decir, seguirían siendo verificados alrededor de la mayor parte del mundo). Véase el acápite correspondiente en nuestro ensayo Justificación astrofísica de los símbolos astrológicos (enero de 2024) en los repositorios de investigación PhilPapers y Zenodo.
[3] Bajo la técnica en cuestión (i.e. siete años de vida por cada casa), el vigésimo primer cumpleaños, los 21, vienen marcados por la cúspide de la cuarta casa, que se haya vinculada a los asuntos dométicos u hogareños. Desde el punto de vista zodiacal (un plano análogo al de las casas, razón por la cual son doce segmentos o sectores en ambos, además de presentar o seguirse el mismo orden), el cuarto signo es el signo de la maternidad, pero esta característica de dicho periodo es aplicable solamente a las natividades latinoamericanas o americanas, mayoritariamente.
Fotografías de Manuel Lino (Montevideo Portal)