Learn the natural progression of the birthchart on the basis of a seven-year rhythm per house. It is how a Bulgarian-Uruguayan astrologer managed to make dozens of warnings and predictions.
Solamente la confusión (o el fanatismo) llevaría al practicante a sostener —conscientemente— dos cosas simultáneamente, incurriendo en una contradicción natural: “Entre signos y casas no hay correspondencias” mientras, al mismo tiempo, convierte o toma los signos como casas, es decir, establece el orden de las casas según el orden de los signos, honrando el paralelismo existente entre signo (Zodiaco o eclíptica) y casa (husos horarios o rotación). Se trata de un permanente homenaje a una relación natural indisoluble y de una aparente terquedad voluntaria con la que se pretendería desmarcarse de la astrología moderna. En suma, de una vanidad profesional carente de fundamento. Nos explicaremos un poco más.
Aunque es cierto que casa y signo no son lo mismo desde el punto de vista estrictamente técnico o astronómico, pues lo primero divide el espacio terrestre y lo segundo la eclíptica, por no mencionar el hecho de que, mientras los signos describen tendencias energéticas, la casa o región del mapa el área o contexto de la vida en que estas se manifiestan o derraman sus efectos, no deja de ser igual de cierto o acertado que no hay nada que un signo zodiacal represente que no represente igualmente la casa o región cuyo número le corresponde, especialmente desde el punto de vista anatómico (ver tabla debajo). Desde el punto de vista social, tampoco hay nada que un signo zodiacal represente que no represente igualmente la casa o región cuyo número le corresponde (ver tabla debajo). Virgo, como la casa con cuyo número guardaría correspondencia, quizá no sea “maléfico” o “desgraciado” o “infeliz”, como acostumbramos a llamar a la casa seis, pero no es un signo particularmente afortunado, agraciado o recreativo tampoco. De hecho, como en la casa seis, maléficos en dicho signo tienden a producir no pocos inconvenientes (metabólicos incluidos). Es un signo tan frágil o sensible a las imperfecciones como la casa que naturalmente preside. Libra, por su parte, es un signo particularmente dialéctico, pues exige reciprocidad, como también la séptima casa, donde se fraguan las relaciones contractuales bilaterales (Libra es también bilateral). Capricornio es un signo tan político o gubernativo como la casa diez (independientemente de que esta casa sea también una casa excepcionalmente solar). Acuario promueve las alianzas y en la décimo primera casa se forjan (i.e. asociaciones, comunidades, amistades). Piscis es un signo tan endocrino o psíquico como la duodécima región del mapa, y tan mudo o clandestino como el mismo sector, por no mencionar que es también enfermizo o patógeno.
En este sentido, independientemente del orden de los signos partiendo del ASC (en caso de utilizar signos enteros), una casa ofrece información sobre asuntos que comparte con el signo que numéricamente le corresponde. Decir eso no es lo mismo que decir, como algunos lo han malinterpretado, que el regente de una casa lo es el planeta que rige el signo más afín a dicha casa (v. gr. ningún astrólogo competente dirá que Marte rige la casa uno o Saturno la décima porque Aries, regido por Marte, guarda correspondencia con la primera y Capricornio, regido por Saturno, con la décima). No. El significador o regente de una casa lo es, siempre, el planeta que rige el signo cernido sobre la cúspide de esa casa en ese mapa natal. Si la sexta casa abre con 13º Leo, el sol la preside, y este —conjuntamente con cualesquiera fueran los huéspedes planetarios allí presentes— ofrecerá información, entre otras cosas, sobre la capacidad administrativa, procedimental o estrictamente lógica del individuo, pues es la casa natural del discernimiento o discrimen porque es la sexta casa, es decir, la casa que comparte significaciones con el sexto signo del Zodiaco, Virgo, la minucia, porque a ambos los rige o gobierna un mismo número: 6. De aquí se desprende, incluso, la connotación cognitiva de la misma y su significación metabólica o enfermiza. Del metabolismo depende la integridad de nuestro organismo y del metabolismo es mayoritariamente responsable nada menos que el intestino delgado, apodado “nuestro segundo cerebro” por la comunidad médica debido a que, después del cerebro, es el órgano con el mayor número de neuronas (véase este artículo de la Universidad de Harvard). Ciertamente, “como es arriba [eclíptica/Zodiaco], también abajo [Tierra/casas]; como es por fuera [signo], también por dentro [casa]”.
Sin embargo, no sería legítimo equiparar planeta con signo o con casa, por obvias razones. La Casa 1, por ejemplo, es naturalmente benéfica, mientras Marte, naturalmente maléfico. La Casa 10, a su turno, describe las tendencias del nativo de alcanzar el trono, la fama o el prestigio, nociones contrarias a las de Saturno (ruina/sacrificio/penuria) y afines a las del sol. Aries, por su parte, entraña el rostro, la nariz y la cabeza, nunca los genitales (Marte), aunque sí la lujuria; y mientras Marte es extrovertido y enérgico, o caliente y seco, Escorpio introvertido y pasivo-agresivo, o frío y húmedo. Venus y Júpiter, a su turno, rigen, respectivamente, relaciones recíprocas y la magistratura o la realeza, cosas que no rigen, en modo alguno, Tauro ni Piscis. De modo que la mayor discrepancia se produciría, quizá, entre el planeta y su segundo domicilio, ya que entre Marte y Aries hay muchos más significados comunes que entre Marte y Escorpio, así como entre Júpiter y Sagitario más que entre Júpiter y Piscis. En este sentido, la coincidencia entre planeta y signo o entre planeta y casa es o sería del 80%, mientras entre signo y casa del 99%. De aquí se desprende el fundamento o la validez del modelo de signos enteros, no como sistema de casas (no estamos dividiendo sino solamente la eclíptica, nunca el espacio terrestre), sino como modelo de carta, especialmente si (a) el nacimiento se produjo en o cerca del ecuador y (b) dominas tanto la interpretación como conceptos astronómicos básicos. Los signos enteros no son —porque no pueden serlo— un sistema de casas sino una manera de prescindir de ellas. Se trata de un (válido) modelo de carta simplificado por razones de conveniencia, sobre todo si no existen los softwares, los que permiten a los astrólogos de la época actual levantar no menos de 25 cartas sin errores en menos de 10 minutos.
A nuestros apreciados colegas partidarios de la tradición astrológica helenística les reconoceremos siempre su academicismo e historicismo, dedicación e interés en apelar a los orígenes o a los fundamentos de la disciplina en vez de a su distorsión, como lamentablemente sucede en la contemporaneidad a manos de aficionados (no astrólogos), pero los fundamentos deberán ser observados independientemente de nuestra escuela o de nuestras preferencias diagnósticas y pronósticas, o no estaríamos practicando astrología sino una forma de astrología pirata. Observar tales fundamentos no nos exige, como haría un fanático religioso, interpretar los textos irreflexivamente, y reaccionar con vehemencias cuando se pretende discutir constructivamente la integridad lógica o teórica del asunto. La astrología no es una religión ni mucho menos un dogma, sino un arte y una ciencia simultáneamente. La preparación intelectual (componente artístico) y la investigación estadística (componente científico) constituyen un sine qua non a propósito de la praxis. No confundamos el deseo de proyectarnos como filósofos griegos, eruditos o sacerdotes de Alejandría con academicismo ni mucho menos con la verdad. La verdad, hasta ahora, siempre la han creando los hechos (resultados empíricos), no la autoridad de un libro ni de un autor o… peor… nuestras opiniones. Quienes se niegan a reconocer esta realidad, simplemente no desean ser controvertidos con los incómodos contextos de la demostración.
Post scriptum. Por supuesto que los textos antiguos están repletos de referencias a los signos enteros como casas (topoi). Aquí no negamos dicha realidad, lo que solamente necios tienen la soberbia de hacer, pues repetimos: la realidad la crean los hechos, y basta consultar las fuentes. Si, en cambio, se dijera que no hay un solo manual antiguo que explícitamente recomiende utilizar dicho modelo como sistema de casas a expensas de otros, las cosas serían diferentes, y es probable que tuvieran razón.
Crédito de imagen de portada del artículo: Print Collection (2021)