La mayoría confunde a Placidus con Alcabitius o con Koch en sus descripciones del método Placidus, pues los tres aplican el mismo principio de tres maneras diferentes. Obtenga más información aquí.
El mecanismo de acción placidiano (relatividad), espaciotiempo (Louis) y horas (Mike/Houlding)
octubre 17, 2024
Autor: David Bustamante S.
Conozca por qué la división Placidus de las casas se halla ineludiblemente relacionada con la relatividad y/o el espaciotiempo, y cómo Louis, Houlding y Wackford tratan el asunto.
Tras la publicación del paper «Dilatación del tiempo […] y por qué la medición Placidus […] es compatible con la teoría de la relatividad», del 26 de septiembre de 2024 en Montgomery, TX, algunas personas escribieron señalando que nunca habían leído una explicación del mecanismo de acción placidiano que fuera tan sencilla o clara como la presentada allí. Esto resulta irónico porque, aunque compatible con algo tan complejo como la relatividad, es bastante simple desde el punto de vista astrológico, es decir, entender la relatividad de esta manera. [1]
¿Por qué o cómo? Hasta la fecha, existen o conocemos solamente dos formas de dilatación del tiempo (la relatividad especial, o velocidad, y la relatividad general, o gravedad). El artículo, a su turno, postula que existe una forma de dilatación del tiempo diferente, a saber: la inclinación de un marco de referencia en movimiento (la Tierra) con relación a otro marco de referencia inercial (la eclíptica, o cinturón zodiacal), lo que arroja 360 tiempos diferentes de ascensión oblicua, confirmación o reconocimiento posible solamente a través de la fórmula placidiana (razón por la cual solo las casas que han sido medidas bajo dicha fórmula se hallan «en perfecta armonía con el uso de las horas planetarias [estacionales o solares]», según ha sostenido Deborah Houlding). En otras palabras, se trata de la primera forma de relatividad o dilatación del tiempo que conocemos.
Aunque esto no debería representar misterio alguno para quienes poseen conocimientos trigonométricos o físicos, hoy en día muy pocos astrólogos poseen ese conocimiento y, aquellos que sí lo poseen, desafortunadamente no estudian física o, al menos, la relatividad (espaciotiempo) como para notar la aparentemente clara relación o el fenómeno mismo en la astrología y/o en las mediciones temporales de casas cuadrantes (como se mencionó en Galileo y Placidus, las mediciones espaciales no pueden rendir los frutos que solamente las del tiempo pueden rendir). [2] Ahora bien, ¿cuáles son las implicaciones de dicha relatividad más allá de la medición de las casas? Las gravitacionales, por supuesto, aun cuando las diferencias sean mínimas o por lo demás despreciables, y solamente si aplicáramos los relojes atómicos a los tiempos de ascensión oblicua podríamos conocer las diferencias. Esto fue presentado (teóricamente) en uno de los apéndices del paper antes referido. (Apéndice B. Búsquese también una palabra clave: «reloj atómico» o «reloj oblicuo/zodiacal». Cosa particularmente divertida).
Volviendo sobre las regiones astrográficas, si bien es cierto que las casas Placidus llevan el nombre del brillante monje benedictino que las popularizó durante el siglo XVII, estas no son placidianas: son simplemente las casas del sol o casas solares o casas simple y llanamente naturales o naturalísimas, por no mencionar que respetan una verdad confirmada por la ciencia cientos de años antes de que se confirmara (1905, relatividad especial; 1915, relatividad general): el espaciotiempo. En este sentido, también pueden llamárseles casas espaciotemporales o casas relativas.
La Escuela de Astrología Tradicional (STA, por sus siglas en inglés), por su parte, presidida por Deborah Houlding, publicó en Facebook (15 de octubre de 2024) un comentario sobre la compatibilidad natural del método en cuestión con las horas planetarias señalando: «el sistema de casas Placidus ofrece una perfecta armonía con el uso de las horas planetarias porque cada cúspide marcará un grado al que el Ascendente [si este hubiera sido el grado ocupado por el sol en el momento del nacimiento] se desplazará en [dos] hora[s] planetaria[s] subsiguiente[s]».
Resulta que dicho método de división de casas (Placidiano o relativo) hace posible reconocer los tiempos ascensionales de cada grado de dicha circunferencia simultánea e ininterrumpidamente, es decir, de manera temporalmente simultánea y espacialmente ininterrumpida durante sus desplazamientos desde el horizonte (ASC) hasta el mediocielo (MC), pues toma en consideración lo que conocemos como tiempo apropiado (i.e. trayectoria verdadera de un objeto medida según su desplazamiento espaciotemporal). En pocas palabras, esta medición revela la posición exacta del horizonte que cualquier grado oblicuo puede ocupar en cualquier momento en cualquier latitud. Las horas planetarias constituyen, pues, una de las consecuencias de la relatividad astrológica según la explicación presentada en el documento antes mencionado. Por favor lea la explicación de STA sobre las horas planetarias.
¿Por qué entonces intentar escapar o eludir el único método de medición de casas que acercaría la astrología al lugar que ocupaba hace siglos? Es decir, la característica más clara que la haría compatible con la física (si no una rama de la física). ¿O puede preguntarse si es que no se comprendía el método hasta ahora? Comoquiera que fuera, no hay, en modo alguno, ninguna necesidad de dividir el espaciotiempo de nuestro horizonte de una manera diferente a la establecida por el sol, salvo se tenga un sesgo en particular (por ejemplo, la adhesión a una tradición astrológica en particular). Nadie lo ha dicho de una manera más amable y educada que nuestro querido colega Anthony Louis (diciembre de 2022): «[…] los sistemas de casas astrológicas deben ser coherentes con la cosmovisión científica predominante [3] de la época en la que se utilizan. En otras palabras, las casas astrológicas de una carta natal deben necesariamente dividir el espaciotiempo [horizonte] que nos rodea en el momento del nacimiento.»
Y agrega: «El sistema Placidus resulta coherente con la descripción ptolemaica de la ‘liberación’ y las direcciones primarias de los puntos intermedios entre el horizonte y el meridiano, lo que toma en consideración tanto el espacio como el tiempo, anticipando así las nociones de espaciotiempo de Einstein y las geometrías no euclidianas del siglo XIX, implícitas en los escritos originales de Ptolomeo en el siglo II de nuestra era. No es de extrañar, pues, que Placidus fascinara a los astrólogos británicos del siglo XIX y se convirtiera en el sistema de casas predominante en el mundo angloparlante».
Mike Wackford, por su parte, señala (2006) que: «Las casas en cuestión se hallan indisolublemente atadas tanto a la idea que subyace a las horas planetarias como al sistema más ‘natural’ de direcciones primarias. Utilizar cualquiera de los dos mientras se adopta un sistema de casas diferente es más bien errar el tiro». Y añade: «Los estudiantes de astrología horaria que conservan el uso tradicional de las horas planetarias mientras, al mismo tiempo, siguen a William Lilly en su selección de las casas Regiomontanus quizá deseen reflexionar sobre la incoherencia de ello».
Deborah Houlding parecería estar de acuerdo, pues escribe (sin fecha): «Mike Wackford presenta argumentos convincentes sobre la gran fuerza teórica que tiene el sistema Placidus debido al hecho de que “Las casas en cuestión se hallan inextricablemente vinculadas tanto a la idea que subyace a las horas planetarias como al sistema más ‘natural’ de direcciones primarias.”».
Ciertamente. En el caso de las horas planetarias, esto se debe al hecho de que (como se mencionó en el segundo párrafo) solo la fórmula Placidus hace posible reconocer o registrar los tiempos ascensionales de cada grado eclíptico u oblicuo (cada huella del sol) desde el ASC hasta el MC y desde el MC hasta el DES en cualquier latitud determinada, como se demostró en este trabajo. Por esta razón, solo las casas medidas bajo la fórmula placidiana reflejarán que cada cúspide (i.e. ese grado) coincide exactamente con la longitud de tiempo de cada dos horas estacionales (planetarias), es decir, cada dos horas (estacionales) de ascensión de dicho grado cuspal.
Houlding explica: «Para hacer el cálculo manualmente, divida el tiempo entre la salida y la puesta del sol entre 12 para obtener la duración de cada hora diurna [planetaria o estacional]; luego divida el tiempo entre la puesta y la salida del sol entre 12 para obtener la duración de cada hora nocturna [planetaria o estacional]». El sistema de casas Placidus ofrece una armonía perfecta con el uso de las horas planetarias, pues cada cúspide marca un grado al que el Ascendente [si hubiera sido el grado ocupado por el sol en el momento del nacimiento] se desplazará en [dos] hora[s] planetaria[s] posterior[es], de modo que la duodécima cúspide marca dónde se encontrará el ascendente [si hubiera sido el grado ocupado por el sol en el momento del nacimiento] 2 horas planetarias después de que se hubiere levantado el mapa; la décimo primera casa, a su turno, dónde estará después de 4 horas, etcétera».
Si usted hiciera esta medición con el ejemplo proporcionado en Dilatación del tiempo y por qué la medición Placidus de las casas es compatible con la teoría de la relatividad (26 de septiembre de 2024), cuya carta fue levantada en Kodiak, Alaska (es decir, a 57º N del ecuador), verá que el ritmo de 152,5 minutos al que el grado ocupado por el sol (20º Leo) se desplaza en el espaciotiempo (cada una sexta parte del arco diurno) constituyen exactamente dos horas planetarias o estacionales en dicha astrografía, es decir, 76,25 minutos x 2 = 152,5 minutos (o 1 hr 32 min), pues la cantidad total de horas diurnas (luz solar) en esta latitud el día del nacimiento (12 de agosto de 2024) es de 15,25, es decir, 915 minutos (o 152,5 minutos x 6 = 915 = 10 h 15 min).
De modo que, si ahora situáramos el grado ocupado por el sol (20º Leo) en el ASC, es decir, si cambiáramos la hora del nacimiento de las 4:33 a las 6:36:09, veremos que dicho grado de la eclíptica demorará exactamente 915 minutos o 10 h 15 min en ponerse o alcanzar el Descendente, y esto seguirá siendo así eternamente aunque el sol haya abandonado o egresado de dicho punto de la eclíptica, pues allí ha dejado su huella. Para comprobarlo, poned ahora la fecha de, por ejemplo, el 12 de enero de 2024, y podréis confirmar que, efectivamente, 20º Leo demora exactamente 915 minutos en recorrer el camino que va desde el ASC hasta el DES, es decir, en ponerse (09:51 p.m.) desde que amaneció (6:37 a.m.). También será cierto que, si siguiéramos empleando el cálculo Placidus, habremos visto al sol recorrer exactamente la mitad de la longitud de cada casa cada 76,25 minutos (o 1 h 16 min, una hora estacional o planetaria), o cada cúspide de casa cada 76,25 x 2 = 152,5, es decir, cada dos horas planetarias o estacionales.
¡Placidus es así de sencillo! Para comprender mejor este fenómeno, incluso para visualizarlo, lea el paper «La teoría astrológica de la relatividad» y utilice la función ‘animar’ de su software astrológico o astronómico para confirmarlo todo o convertirse en testigo del fenómeno.
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[1] Por nuestra parte, como algunos otros, creemos que la astrología constituye el verdadero puente o la única disciplina capaz de conciliar la física cuántica con la clásica, y con facilidad. Sin embargo, la comunidad científica no muestra ningún interés debido a su confusión a propósito de la astrología: todavía no distinguen los signos de las constelaciones y la astrología del producto industrial de la sociedad capitalista occidental contemporánea, es decir, del horóscopo. Les vendría bien reflexionar sobre el hecho de que los astrólogos anteriores a las dos revoluciones industriales no eran, por ejemplo, horoscopistas ni YouTubers o Instagramers, sino astrónomos, matemáticos y médicos (v. gr. Morin de Villefranche, Nostradamus, Tycho Brahe, Johannes Kepler, Galileo Galilei, Giovani Antonio Magini, Placidus de Titis, Claudio Ptolomeo y, entre otros, supuestamente, hasta Newton).
[2] Anthony Louis es, además de José Luis Pascual Blázquez y mi persona, la única persona viva que conozco que estudie tanto astrología como física (si se distinguiera una de la otra, claro), y por eso el paper lleva consigo un comentario suyo sobre la relatividad naturalmente inherente a las relaciones aspectuales en latitudes superiores (por razones también expuestas a lo largo de ese paper), un fenómeno advertido por primera vez por William Lilly y por Ptolomeo antes de él.
[3] «[…] con la cosmovisión científica dominante», advierte Louis. Ese no es más que el requisito mínimo para que cualquier teoría en cualquier campo tenga éxito, al menos no contradecir la más reciente verdad confirmada por la ciencia. Incluso Einstein, si se tiene en cuenta el hecho de que todos los marcos de referencia inerciales fueron, como bien insinuó Galileo, creados iguales ante los ojos de Dios o de la física, no contradijo, por revolucionario que fuera, ninguna ley física «de la época». Lo que contradijo fue la interpretación de tales leyes, pues se trataba, al fin y al cabo, de una interpretación errada. En otras palabras, Einstein solo llevó las leyes conocidas de su época a un nivel superior, inimaginable para los demás. Y la única razón por la que pudo hacerlo fue porque se hallaba sobre los hombros de gigantes. Es decir, sobre los hombros de Newton, Kepler, Maxwell y Lorentz, quienes sentaron las bases físicas sobre las que trabajaría e incluso fantasearía, tanto como nosotros hemos trabajado sobre las mediciones de Alcabitius y Placidus para presentar la teoría astrológica de la relatividad en: «La dilatación del tiempo […] y por qué la medición de Placidus […] es compatible con la teoría de la relatividad».