Conoce lo que el investigador español Juan Estadella tiene que decir al respecto de esta futura publicación.
La eclíptica según el Dr. Weiss (1940), y The Wave Theory en Hand y Addey (1982)
enero 22, 2024
Autor: David Bustamante S.
Conoce la explicación del Dr. Weiss con relación al Zodiaco tropical (eclìptica terrestre) y consultaos la teoría de onda según Robert Hand
En una publicación reciente, Justificación astrofísica de los símbolos astrológicos (6 de enero de 2024, Ediciones Sagitario, DOI 10.5281/zenodo.10463824), postulamos nuestra teoría molecular de la eclíptica, es decir, del Zodiaco tropical. Esa circunferencia cuyos doce segmentos en que la hemos dividido no guarda relación alguna con las constelaciones, como insisten en creer, irresponsablemente, muchos astrónomos (les serviría de argumento para descalificar la astrología si fuera cierto). En la obra antes referida explicamos que cada uno de esos segmentos se halla embebido de propiedades físico químicas que explicarían las fuerzas que determinados planetas ganan al atravesarlos en diferentes épocas de sus años solares, e hicimos referencia a conceptos como la teoría cinética de los gases, al ferromagnetismo y al entrelazamiento cuántico incrédulamente formulado por Einstein en 1935 y comprobado por Zeilinger y Clauser en 1972 y 1999, respectivamente. En nuestra tesis, sin embargo, no consignamos algunos párrafos de una de las obras de Weiss donde claramente presenta una noción compatible con la nuestra. En La esfinge develada. Las ciencias ocultas a la luz de las ciencias oficiales (Editorial Oriente), Weiss escribió (págs. 196-198):
“[…] el sistema solar es comparable a un vasto campo magnético según el cual el sol sirve de inductor, es decir, induce a los planetas. Desde el punto de vista de nuestro planeta Tierra, ese campo presenta una zona de inducción: la eclíptica, donde giran esferas electrizadas: los planetas. Según Ampère, esa zona tiene las propiedades de un enorme imán y puede ser dividida en innumerables corrientes secundarias.
“[…] la radiación eléctrica del sol hacia todas partes circunda la Tierra como una capa oscilante entre dos polos, fenómeno producido por la estructura magnética de nuestro planeta. En esa capa se ha comprobado la existencia de una zona de mayor densidad que, como dice el astrónomo M.E. Winkel, «rodea la Tierra en forma de una corriente eléctrica anular», de suerte que, con su proyección, coinciden el ecuador celeste y la eclíptica. Winkel prosigue así: «vemos a la Tierra rodeada por un anillo de electrones procedente del sol, pero al cual la luna ha dado forma […]: dentro del anillo describe la luna su órbita alrededor de la Tierra, mientras por fuera del mismo lo penetran las fuerzas de los planetas, influyendo en el estado del globo terráqueo. Las modificaciones de los estados magnéticos de la Tierra se deben, entonces, a la acción combinada de tres momentos energéticos procedente del sol, la Tierra (con su satélite) y los planetas.»”
Concluye el DR. WEISS:
“Con base en eso, los astrónomos ya no pueden sostener la objeción según la cual, desde Copérnico, la astrología no tiene razón de ser. […] La corriente anular, de naturaleza electromagnética, constituye un hecho indiscutible. […] vemos que la geofísica no puede menos que atribuir, a esa corriente, fenómenos perceptibles como las modificaciones de los estados magnéticos de la Tierra.”
Tenemos plena conciencia de que los dispositivos electrónicos en nuestro hogar producen una energía electromagnética varias veces mayor a la de cualquiera de los cuerpos celestes del espacio exterior, queriéndose decir que tampoco el electromagnetismo serviría de argumento a los astrólogos para explicar el mecanismo de acción a través del cual los cuerpos celestes ejercen su influencia sobre la vida (humana) en la Tierra. Lo más probable, sin embargo, es que o no tenga que ver con el mecanismo de acción específico en cuestión o que, en caso de ser ese el mecanismo más probable, la detección no pueda lograrse todavía debido al plano en el que opera, más allá de las partículas, en las cuerdas que hoy constituyen uno de los objetos de estudio de la física cuántica, mejor conocido como String theory o teoría de cuerdas, un modelo teórico según el cual las partículas subatómicas, aparentemente puntuales, son en realidad «estados vibracionales» de un objeto extendido más básico aun llamado «cuerda» o «filamento». La unified field theory (teoría del universo unificado) y la Hidden-variable theory (teoría de variables ocultas que propone explicaciones de fenómenos mecánicos cuánticos introduciendo entidades hipotéticas posiblemente inobservables), a su turno, siguen en juego. De hecho, la segunda pretende asistir a los fenómenos o efectos físicos constatables cuya causa no podemos explicar todavía, y de ella fue precursor Bell en 1964 al tratar la célebre EPR Paradox (Einstein, 1935) que, en 1999, el físico —y pionero de la teletransportación— Anton Zeilinger (Universidad de Viena) y su equipo decidieron resolver en las Islas Canarias, comprobando los efectos del «entrelazamiento cuántico» que todavía desafía nuestro sentido común y el realismo mismo.
Por otra parte, al explicar el electromagnetismo, los físicos nos dicen que la fuerza gravitacional entre cualesquiera dos cuerpos es proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional a la distancia entre ellos al cuadrado (fórmula de la fuerza gravitacional de Newton). Dicho esto, aunque cuanto mayor fuera la distancia entre cualesquiera dos objetos, menor será la fuerza, esta se extiende infinitamente, lo que significa que la Tierra y los demás planetas ejercen una fuerza gravitacional no solamente sobre sus lunas sino también sobre todos los demás objetos masivos en nuestro universo. Se trata, claramente, de una fuerza pequeña sobremanera porque la R de la ecuación de Newton constituye un valor muy grande para aquellos objetos tan lejanos. La fuerza, sin embargo, nunca es cero, y aplica al fenómeno valorado por John H. Nelson, según vimos anteriormente (“la astrología constituye una ciencia de luces débiles”, sostiene el químico Pascual Blázquez).
También la fuerza electrostática entre cargas se extiende infinitamente, de modo que una partícula cargada en la Tierra tiene un efecto distinto de cero sobre una partícula cargada cerca de Próxima Centauri, nuestra estrella vecina más cercana, y sobre partículas cargadas en cualquier otro lugar del universo. Sabemos que esta fuerza, el electromagnetismo, es mucho más poderosa que la gravedad, de diez a treinta y seis veces mayor que la fuerza gravitacional. Ciertamente, rige la naturaleza de la luz y es responsable de toda la bioquímica que tiene lugar en nuestro organismo y el resto del planeta Tierra. En suma, rige todas las funciones metabólicas en el universo y su función se extiende más allá de los átomos y las partículas.
Postulamos que la física y el magnetismo moleculares constituyen el verdadero espíritu de nuestro Zodiaco, de la misma manera en que también lo constituye del Zodiaco a que, en los demás planetas, haya lugar según las características astronómicas y las propiedades astrofísicas de tales cuerpos celestes.
Recomendamos leer también The Wave Theory of Astrology en Hand, Robert (1982), Essays on astrology, págs. 19-32. Allí, Hand, con base en el astrólogo inglés John Addey (1920-1982), explica la teoría de los armónicos (frecuencias fundamentales de los sonidos) y su aparente compatibilidad con la teoría de los aspectos (relaciones aspectuales entre cuerpos emplazados en diferentes segmentos de la eclíptica). Aunque Hand no es explícito en su postura al respecto, por nuestra parte hemos planteado que algunos segmentos de nuestra eclíptica hacen posible determinadas frecuencias en favor o en contra de determinados cuerpos celestes cuandoquiera estos atraviesan dichos sectores. Así, pues, es o sería posible hablar, con relación al domicilio, la exaltación, la caída y el exilio (dignidades esenciales), de frecuencias estable, elevada o intensa, alterada y disminuida, respectivamente.
La imagen que sigue (creada por nosotros) ilustra la eclíptica del planeta Tierra con base en sus cuatro estaciones (cada segmento dispone de una carga eléctrica específica). Para comprender mejor la ilustración y la tesis en general, consulte nuestra publicación: https://zenodo.org/records/10463825
Sin duda, llegará el día en que escriberemos Leo o Géminis o Sagitario en la barra de búsqueda de Google y aparecerá algo como esto (como si escribiéramos “metano”, “zinc” o “hierro”), en lugar de la cochambre de autoayuda New Age del horóscopo del periódico. ¿Cómo no imaginar que Morin o Ptolomeo, o los árabes, especialmente Māshā’Allāh, habrían argüido algo semejante si el electromagnetismo, los átomos y las partículas hubieran sido descubiertos durante su época?