“La naturaleza es el único libro que ofrece al lector un contenido valioso en todas sus hojas.” Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832)

Desde la antigüedad hasta el presente los autores de los manuales de instrucción procedimental astrológicos han hecho hincapié en la necesidad de valorar aquellos aspectos o relaciones angulares que se producen más allá de los cuerpos celestes entre sí a lo largo de la circunferencia, quiere decirse, aquellos que se producen entre ellos y un ángulo específico de la astrografía, ya fuera el ASC o el MC o sus puntos contrarios, el IC y el DES; algo así como si estos sostuvieran las cuatro patas de una gran mesa, la mesa sobre la cual yace nuestro mapa de vida.

Los antiguos nos hablaron de tríadas angulares y los modernos de casas angulares, sucedientes y cadentes (o “declinantes”, “decrecientes”). Los antiguos nos hablaron de puntas o aguijones («kentron») cuando quisieron contarnos del estímulo (energía o productividad, «chrēmatistikos») al que se haya expuesto el planeta sobre el ángulo o pivote (Schmidt, 2009), y Morin (1661) y Weiss (1925), entre otros, de planetas “elevados” o “en elevación”.

Un planeta cernido sobre el ángulo es, ciertamente, un planeta elevado, punzado (Brennan, 2017) o puesto sobre la cima de una montaña y cada mapa o astrografía dispone de cuatro cimas o puntos sensibles, fundamentales en nuestra carta; las antes referidas. También puede ser visto como quien se ubica detrás de un cuerpo u objeto, o persona, para empujarlo o impulsarlo, proyectarlo hacia adelante. Se trata de una especie de enaltecimiento o acento, exaltación o encumbramiento del planeta cuyo motor de acción lo constituye el ángulo según mecanismos de rotación, rotación que establece la sucesión de casas que todos conocemos.

Implicaciones:

• Este planeta ejercerá una gran influencia en la vida del individuo y de sus efectos podrán ser conscientes no solamente él o ella sino también quienes lo rodean y el público en general (especialmente cuando se trata del ángulo que constituye la cúspide de la carta, MC, donde el sol y los demás cuerpos culminan a lo largo del día).
• La naturaleza del efecto depende, como es de esperarse, del planeta que acompaña al ángulo y que goza de dicho impulso, encumbre o levantamiento en alto en virtud, repetimos, del mecanismo de rotación diurna.
• Cuando el planeta en cuestión obtiene este impulso vía el ascenso o ASC o, expuesto de otra manera, cuando el planeta en cuestión “amanece conjuntamente con el nativo”, derrama sus efectos más sobre la orientación física y cognitiva general del individuo que sobre cualquier otro ámbito de su vida y, por consiguiente, cualquiera que le haya conocido o incluso visto podrá notar la influencia del planeta en el individuo, aunque no conozca o sepa del nombre de tal influencia (i.e. nombre del planeta o de la astrología). [1] Dicho planeta podría, además, imponerse a expensas de los asuntos representados por la región diametralmente opuesta del mapa, a saber, la séptima. Así, podrían producirse decisiones que algunos podrían interpretar, calificar o considerar “egoístas” (lo sean o no).
• Cuando el planeta en cuestión obtiene este impulso vía el IC, vierte sus efectos más sobre su contexto doméstico y familiar que sobre cualquier otro ámbito de su vida, y pudiera imponerse a expensas de los asuntos representados por la región diametralmente opuesta, el MC. A estrecha semejanza del ejemplo anterior, bien podrían tomarse decisiones donde la familia, no la profesión u oficio, constituyen una prioridad o, al menos, un conflicto de intereses. Sucedería lo contrario (la profesión u oficio pudiera cobrar importancia a expensas de los contextos domésticos) si fuera el MC el que proyectara el o los planetas cernidos sobre dicho ángulo.
• Cuando el planeta en cuestión obtiene este impulso vía el DES, derrama sus efectos más sobre la vida contractual –en sentido amplio– que sobre cualquier otro ámbito de la vida, quiere decirse, sobre sus relaciones uno-a-uno con los demás, fueran estas personas socios o colegas, parejas permanentes o cónyuges, etcétera, y dicho planeta podría imponerse a expensas de los asuntos representados por la región diametralmente opuesta del mapa, a saber: la primera, queriéndose decir que el nativo o la nativa podría tomar decisiones a expensas de su propia voluntad, de su genuino deseo, aquello que la primera región del mapa le reclama hacer valer; haciendo, no obstante, de los demás una prioridad.

Por favor nótese: si, efectivamente, dicho planeta actuará a expensas de los asuntos representados por el punto contrario, o relativamente, dependerá de otros factores. Entre estos otros factores se encuentran: (A) los aspectos que pudiera sostener con otros cuerpos celestes en esas otras regiones de la astrografía (1, 4, 7, 10) o con sus significadores (los planetas que rigen el signo cernido sobre las cúspides de esas casas); (B) conjunciones que pudiera sostener con otros cuerpos celestes (no solamente con el ángulo en cuestión), especialmente si esos planetas guardan analogía con asuntos significados por la región diametralmente opuesta; (C) la composición general de la primera región de la astrografía, pues esta es la región más sensible de ella, razón por la cual impone la necesidad de, sin importar el objeto de investigación, nunca jamás perder de vista dicho contenido durante el resto de la lectura (fuera natal, mundana u horaria, o electiva). Esa región, la primera, es lo que define, realmente, la tendencia general de las decisiones del nativo en su vida, pues lo caracteriza sobremanera (la valoración de dicho contenido se extiende no solamente al planeta que rige el signo en ascenso, la casa en que se hospeda y el signo del que se viste, sino también, al menos, su dispositor).

POST SCRIPTUM. Deberá decirse que los aspectos partiles de planetas con una de las cuatro “cimas montañosas” de nuestro mapa o muy cerca de ellas (no más de 5º de orbe) serán también de excepcional relevancia, máxime si se trata de uno de los dos más poderosos: la oposición y el trígono. Recuerde, además, que cuando de aspectos se trata, deberemos tener claro un principio físico: todo aspecto constituye también una relación angular, mas no toda relación angular constituye también un aspecto, porque la fuerza, efectividad u operabilidad de un aspecto se predica de la compatibilidad de los signos en que se sustenta la relación, y esta compatibilidad, a su turno, en al menos una característica en común. Quiere decirse: signos que no tienen en común ni la polaridad ni el elemento ni la constitución no logran asegurar la relación angular en cuestión o no hacen posible una reacción química. Por consiguiente, comprometen el flujo energético de los planetas que sostienen la relación angular, a estrecha semejanza de lo que sucede en materia química (véase: «enlaces covalentes»). Signos de mismo elemento y polaridad o carga sostienen trígonos naturales entre sí; signos de misma carga o polaridad solamente, sextiles; signos de misma constitución solamente, cuadratura; signos de misma constitución y carga o polaridad, oposiciones. De ahí la teoría óptica de los aspectos según la tradición astrológica helenística, es decir, de ahí que se hablara de que los signos en quincuncio, por ejemplo, “no puedan verse entre sí” o “rendir testimonio de sí”. Se empleó un lenguaje alegórico en una época donde no se había desarrollado la ciencia química ni mucho menos descubierto las moléculas o el electromagnetismo, si bien existieron varias nociones al respecto por parte de, entre otros, Demócrito y Aristóteles. Por nuestra parte, pronto publicaremos nuestra Teoría Molecular de la Eclíptica (i.e. Zodiaco) con el fin de demostrar lo expuesto en este párrafo. No tenemos duda de que, si los átomos y las partículas se hubieran descubierto en tiempos en que los astrólogos eran también astrónomos, matemáticos y/o médicos, no YouTubers e Instagramers, algunos o muchos, especialmente Ptolomeo y los árabes (v. gr. Ezra, Sahl, Māshā’Allāh, Albumasar), habrían postulado la teoría antes referida, pues nociones parecidas sí postularon, sin mencionar el lenguaje que empleaban para transmitir el significado de signos, planetas y casas; un lenguaje esencialmente naturalista, naturalismo que se perdió una traducción tras otra.
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[1] Debido a que, como el ASC, el MC también ofrece información sobre “cómo nos ven” (aunque en términos más profesionales o públicos que personales), un planeta conjunto a dicho ángulo podría resultar también particularmente evidente para el público en general.
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Si desea comprender el fundamento original de los aspectos, la sucesión de casas y más nociones mejor (inspiran o informan mucho de lo que hoy conocemos, pues constituyen su origen), véase la obra de Brennan, Chris: Hellenistic Astrology: The Study of Fate and Fortune (2017. Amor Fati), de cuya traducción al español hemos sido responsables.