La simetría constituye un criterio fundamental a los fines de juzgar la validez de una cosa, especialmente en física y en astrología. ¿Entendemos correctamente el concepto de simetría?
¿La creencia en una (falsa) simetría compromete la objetividad de los astrólogos?
octubre 7, 2024
Autor: David Bustamante S.
La simetría constituye un criterio fundamental a los fines de juzgar la validez de una cosa, especialmente en física y en astrología. ¿Entendemos correctamente el concepto de simetría?
En su libro Perdidos en la matemática. Cómo la belleza extravía a la física (2020), la física teórica alemana Sabine Hossenfelder argumenta: «Los físicos están convencidos de que las mejores teorías son bellas, naturales y elegantes, y dicho estándar establece cuáles teorías son populares y cuáles desechables». Según Hossenfelder, esta es la razón por la que «no hemos visto un gran avance en los fundamentos de la física desde hace más de cuatro décadas. […] La creencia en la belleza se ha vuelto tan dogmática que ahora entra en conflicto con la objetividad científica […] Los físicos deben replantearse sus métodos. Solo aceptándose la realidad tal y como es podrá la ciencia descubrir la verdad».
¿Podría estar ocurriendo lo mismo en el campo de la astrología? Tómense, por ejemplo, las casas signo (siglo uno a.C.) y/o las casas cuadrantes temporales Alcabitius (siglo diez d.C.). En el primer caso todas las casas presentan exactamente el mismo tamaño porque empleamos la eclíptica o el cinturón zodiacal (espacio) solamente. Al no haber dos marcos de referencia (eclíptica y horizonte) o un marco de referencia inclinado con relación al otro, no se observa ni dilatación del tiempo ni contracción de las longitudes, dos fenómenos estrechamente relacionados entre sí inherentes a la medición o construcción astrográfica rigurosa (véase Holden, 1977, pp. 30-37). Esto hace, pues, que la astrografía o el mapa se vea totalmente proporcional.
En el segundo caso (Alcabitius) sí empleamos dos marcos de referencia, a saber, la eclíptica (espacio, o ascensión recta) y el horizonte del observador (tiempo, o declinación). De ahí que podamos observar tanto la dilatación del tiempo (a propósito de los segmentos de la eclíptica, mejor conocidos como signos) como la contracción de las longitudes (a propósito de las regiones del arco diurno en la astrografía, mejor conocidas como casas). Alcabitius, sin embargo, dividirá el tiempo que el grado eclíptico ascendiente habría invertido en desplazarse desde el horizonte hasta el mediocielo (la mitad del arco diurno) en tres partes iguales con el fin de determinar las dos cúspides intermedias de las casas (primera y segundas sextas partes del arco diurno), en lugar de reconocer también las velocidades o los tiempos de ascensión oblicua de estos dos grados, discernidamente (es decir, como lo habría hecho a propósito de los grados del ASC y del MC), pues son los tiempos de los dos grados antes referidos también diferentes a los del grado ascendiente y del mediocielo. Al ignorar dichas velocidades (i.e. tiempos ascensionales), sin embargo, las tres casas de cada cuadrante presentarán la misma longitud de tiempo, no longitudes desiguales (véase tiempo apropiado según la física en materia de relatividad) con base en la velocidad o el tiempo de ascensión oblicua de cada uno de los grados en la latitud en la que se levantó la astrografía.
Si bien esta última modalidad de medición (diferenciada) implicaría, quizás, una medición no simétrica de las casas, la medición de Alcabitius, aunque “simétrica”, no puede reflejar la realidad, mientras la medición discernida antes descrita, la placidiana sí, naturalmente. Debido, no obstante, a que resulta más compleja desde el punto de vista matemático (aunque más rigurosa o exhaustiva), muchos partidarios del método Alcabitius la han descartado, apelándose a un razonamiento similar al de las casas signos: su falta de simetría. O falta de amor por el grado ascendiente, argumentarían otros, como si se tratara del único grado entre el ASC y el MC y/o no hubiéramos medido estos dos últimos grados, el ascendiente y el culminante, de la misma manera, es decir, respetándose los tiempos de ascensión oblicua.
¿Es entonces posible que tengamos una comprensión errada del concepto de simetría? ¿Sería posible que debemos hablar de simetría solo cuando un principio físico (confirmado una y otra vez) sea aplicado incondicional o ininterrumpidamente durante todas las observaciones? Si la respuesta es sí, las casas Placidus (casas relativas), no Alcabitius (casas absolutas), resultarían las casas más simétricas de una astrografía (pues es un cálculo completo), mientras Alcabitius podría ser considerado un cálculo incompleto (aunque particularmente conveniente sin tecnología software o suficiente tiempo en nuestras manos).
Las simetrías no son lo que el ser humano quiera hacer de ellas, sino lo que la naturaleza haya hecho de ellas. Estamos, por consiguiente, de acuerdo con Sabine también desde un punto de vista astrológico, no solamente desde el punto de vista del estado actual de la física cuántica (la que se halla estancada): «La creencia [egocéntrica] en la belleza se ha vuelto tan dogmática [ciegamente estándar] que ahora entra en conflicto con […] la objetividad».
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A propósito de una explicación más detallada del método Placidus de medición de casas, así como del de Alcabitius, véase: Dilatación del tiempo según la astrología tropical y por qué la medición Placidus de las regiones astrográficas es compatible con la teoría de la relatividad.