Conoce lo que el investigador español Juan Estadella tiene que decir al respecto de esta futura publicación.
Origen
Quien primero así lo denominó («síntesis») fue el Dr. Weiss en su Sillares de la astrología de 1924, es decir, la edición alemana de lo que después se conocería internacionalmente como Astrología Racional (Kier, Buenos Aires). En el tercer tomo de dicho tratado Weiss se ocupa de la necesidad del intérprete de desarrollar una destreza tal que le permita integrar todos los postulados de Morin de Villefranche (Astrologia Gallica, 1661) durante el ejercicio interpretativo, es decir, al unísono, lo que se haya sustentado en la naturaleza sinérgica de la disciplina, es decir, que una carta natal o lo que esta dice es un valor mayor que el que deriva de la suma de todas sus partes. De ahí que entonces bautizara el ejercicio como síntesis (véase el tercer tomo). La síntesis se define como la habilidad de un astrólogo para analizar una carta natal o astrografía sintéticamente. En otras palabras, sin el sesgo característico de la astrología moderna (en parte, también antigua) de concentrarse en un único emplazamiento en particular, el que, además, siempre será común a miles de personas (pero nunca el arreglo específico total de la carta, al igual que una secuencia genética).
El tratado de Weiss y la Astrologia Gallica de Morin, en especial el vigésimo primer tomo de dicho tratado, en el cual se inspira la obra weissiana, caló hondo en la creciente comunidad de astrología de la época en Argentina e inspiró el Centro Astrológico de Buenos Aires (CABA) y otros maestros y escuelas. Incluso, también a un estadounidense, el autor de la obra de la imagen consignada a pie de página: Zoltan Mason (1906-2002) y su Astrosíntesis (1974).
Esbozo
La combinación de significados de los planetas según el signo del que se visten no es nada distinto de las mezclas que solemos hacer con los colores en la clase de arte de la escuela para producir uno nuevo, producto de dos originales, como tampoco de la fusión de dos sustancias o especies químicas para producir una nueva. Por consiguiente, la predicción semántica dependerá de nuestro dominio sobre los símbolos, como en materia química del conocimiento de las dos sustancias o especies en cuestión. En cualquier caso, constituye un ejercicio de reflexión teórica básico que comenzará a poner a prueba la capacidad de síntesis del intérprete, es decir, del astrólogo en ciernes. Si no lograra asir el significado derivado entre un planeta y un signo solamente, mucho menos el que deriva de la suma de todos los emplazamientos de esa representación fiel del firmamento que, echando mano de geometría y matemática astronómica, trasladamos a la hoja de papel para facilitar su análisis.
Cuando nos referimos al resto de emplazamientos, queremos decir la necesidad de poder absolver la síntesis antes descrita sin perder de vista (mentalmente) la Casa que aquel planeta rige, no solamente aquella en la que se encuentra u hospeda, y los aspectos que sostiene con los demás, mientras, al mismo tiempo, valoramos también cualesquiera fueran los huéspedes de ambas casas, entre otras cosas, a los fines de lograr un “diagnóstico” preciso o suficientemente aproximado, único al individuo cuya carta tenemos de frente, distinguiéndolo de todos los demás seres humanos.
Debido al reto que esta gimnasia mental le impone al astrólogo, señala Weiss en su obra (considerada “la Biblia de los astrólogos” por la prensa alemana de 1926):
“En la astrología, lo mismo que en toda ciencia aplicada, se presentan todas las gradaciones entre los rendimientos correctos de un buen intelecto y los diagnósticos y pronósticos de un gran talento idóneo para la síntesis artística. Sin embargo, nunca será posible disminuir las exigencias a la altura intelectual del estudiante más allá de cierto nivel, porque lo que se entrega vulgarizado a la multitud, merece cualquier nombre, menos el de «astrología».” (Kier. 1943).
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