Conoce lo que el investigador español Juan Estadella tiene que decir al respecto de esta futura publicación.
“Una falsa ciencia hace ateos; una verdadera ciencia posterna al hombre ante la divinidad.” François-Marie Arouet, o Voltaire (1694-1778)
Mucho se discute sobre la inclusión o exclusión de los tres cuerpos celestes más allá del restrictivo y limitante Saturno, es decir, sobre la inclusión o exclusión del disruptivo Urano, del caótico Neptuno y del mortífero Plutón del ejercicio interpretativo, ya que los antiguos no los tomaron en consideración, ya fuera porque no eran visibles a simple vista o porque, por lo mismo, desconocían su existencia. Independientemente del criterio (si son visibles a simple vista o si existen y punto), debemos ser más claros con relación a sus símbolos.
Urano, Neptuno y Plutón no constituyen símbolos o significaciones distintas de las atribuidas a Mercurio, Venus y Marte, respectivamente, y debemos conocer bien a estos primero para poder comprender mejor aquellos. Los siete cuerpos celestes tradicionales representan las siete (7) grandes experiencias inherentes a la especie humana en la Tierra y los tres ulteriores no van más allá de ellas con relación al símbolo sino solamente a su alcance, quiere decirse, con relación al alcance del símbolo. Si Mercurio, por ejemplo, representa la transmisión y la interacción, el intercambio y la interpretación; en suma, la capacidad sináptica del cerebro (de ella se desprenden las funciones antes mencionadas), Urano no representará nada distinto, pero hasta dónde sea capaz de llevar el símbolo sí cambiará, pues su alcance es a todas luces mayor. Es así, pues, que desde un punto de vista estrictamente cognitivo o neurológico, la capacidad sináptica de Urano es mucho más desarrollada y nos permite asociarlo con un fenómeno que los neurólogos han denominado «girificación» [1], según el cual los pliegues de nuestra corteza cerebral, quiere decirse, sus contorsiones (hincapié en el vocablo: contorsión), hacen posible velocidades de procesamiento de información mucho mayores, razón por la cual una buena o pobre girificación puede explicar tanto dotes intelectuales como trastornos cognitivos (una vez más, hincapié en el vocablo: trastorno). Entre dichos trastornos se encuentran o pueden encontrarse la epilepsia, la esquizofrenia, el autismo y más, incluso el TDAH (ADHD, por sus siglas en inglés), sin con eso querer decir que la luna y Mercurio, en especial si están afectados, no puedan ofrecer información al respecto. (Siga leyendo debajo de la imagen)
Es posible que esta diferencia (no del símbolo sino de su alcance) pueda apreciarse mejor desde el punto de vista estrictamente mundano, contexto a través del cual se aprecia mejor la utilidad de todos tres cuerpos ulteriores. Si bien Mercurio es técnico y tecnológico, no por ello logra representar u ofrecer información también sobre fenómenos regidos por el mismo principio en una escala mucho mayor: las revoluciones sociales, tecnológicas y científicas. Sucede lo mismo a propósito de Neptuno y Plutón. Estos últimos son capaces de representar planos más maduros del símbolo. Desde el punto de vista clínico, Urano, Neptuno y Plutón pudieran ser más claros con relación a los trastornos de la conciencia en general porque las funciones ya representadas por su versiones previas van muchísimo más allá (son planetas exteriores, después de todo) de lo que el orden social en la Tierra hace posible. De hecho, resultan trastornos difíciles de explicar (como dichos planetas), y quien los padece, por su parte, también experimenta grandes dificultades conciliando su realidad con la realidad extraordinaria contenida en su propia conciencia. Así, sobrevienen las grandes frustraciones (cuando no accidentes o aberraciones del comportamiento).
Aunque esto un día nos ayudará a comprender mejor el cerebro humano, el que, en muchos aspectos, sigue siendo un misterio para los neurólogos (como Urano, Neptuno y Plutón para nosotros), lo importante aquí será comprender que no son símbolos diferentes. Comprenderlo constituye un componente fundamental de la formación del astrólogo y quizá sea mejor considerarlos solamente después de dominar la semántica de los primeros siete. En adelante, nuestra academia tomará esta postura. Se verán después de ver los siete tradicionales.
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[1] Si quiere comprender mejor el fenómeno, vea estos videos: